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martes, 19 de enero de 2010

Viejas costumbres.


Tenía la costumbre de sentarse en la puerta para contemplar el rocío sobre los pastizales...

Le encantaba ese ritual...

Las manos sosteniendo su cabeza...

La mirada, en el horizonte que se tiñe de anaranjado y aclara sus ojos que brillan... o quizás sea nostalgia...

Sus pequeñas ondas despeinándose con la suave brisa...

Piensa en cosas en las que nunca antes había pensado...

El aire se torna ligero, limpio...

Los tonos verdes con su suave vaivén... le ofrecen su aroma de libertad, esa libertad tan deseada...

Tanta frescura la estremece y la encuentra con los ojos cerrados...

Se imagina bailando desnuda en círculos, en la inmensidad del campo... la lluvia repiqueteando en todo su cuerpo, mientras sus ojos se pierden en el cielo...

Se siente felíz y plena por un instante...

Desde lejos, alguien la descubre...

Pero, ¿quién será él?

Le regala una sonrisa al paisaje y le da una larga pitada a su cigarrillo...

Su expresión se va haciendo compleja...

Suelta de repente el humo, como en un suspiro, mientras se adormece, dejando caer su cabeza entre las piernas...

Ya no contempla, sólo espera...

El cielo destila retazos violáceos y rosados...

El rocío se hace más fuerte, pero ella ya no está triste...

Entonces el viento le abre delicadamente el vestido y la invita a otra pieza...

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