Buscar este blog

sábado, 2 de enero de 2010

Preguntas sin respuestas.

Recordando anécdotas vividas, me doy cuenta de cómo era antes y lo diferente que soy ahora. Cómo pasa el tiempo y cómo se lleva todo a su paso. No podemos retener nada, las cosas vienen pero, con las mismas , se vuelven a marchar. Verdaderamente es una pena, que lo que realmente te hace felíz y te ha costado tanto conseguir, lo pierdas en un instante.
Cuando hablo con mis amigas y me cuentan lo que hacíamos cuando niñas, sonrío y pienso, ¿por qué fue así?, ¿por qué ese día estábamos allí?. Son cosas que me pregunto, pero ya nunca tendrán una buena respuesta. A lo mejor su cuestión está en que ese día éramos unas niñas, que su única preocupación era jugar con sus muñecas. Ahora eso ha cambiado, no jugamos con muñecas y tenemos vidas muy diferentes. Ya nada es igual, ni podrá serlo jamás. El tiempo ha pasado por todas por igual, lo que pasa es que unas han madurado más que otras. Siempre hago la comparación con una ciruela que está en el árbol junto a las demás. Pasan sus meses de maduración y no todas están listas para coger, algunas ya se podrán coger y otras aun no están. Todas llevan los mismos productos y han estado el mismo tiempo en el árbol, solo que algunas necesitan algo mas de tiempo para crecer.
Igual nos ha pasado a nosotras, unas muy maduras y otras todavía muy niñas. De alguna manera eso nos esta sirviendo para darnos cuenta lo diferente que somos, estando siempre juntas y viviendo las mismas experiencias.
También me he llegado a preguntar en qué pensaba cuando no tenia nada que pensar o qué hacia cuando no tenia quehaceres, sólo jugar y jugar. Añoro mucho esa etapa de niña en la que tanto disfruté.
Si existiera el milagro de poder regresar al pasado, lo haría sin miedo ni pena. Me encantaría ver de nuevo a esa niña que era feliz con muy poquito, obediente y linda.

No hay comentarios:

Publicar un comentario