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jueves, 21 de enero de 2010

Todo tiene su fin...

Qué pena da que todo acabe. Lo bueno y lo malo también tienen su final.
Es algo irremediable, que nadie podrá cambiar. Por mucho poder que tenga, a todos nos llegan por igual, aquellas cosas que no queremos escuchar. Nadie puede decidir hasta dónde quiere llegar, ya que el destino se ocupará de su particular final.
Ocurre en todos los sitios y a todas las personas, es una orden que viene desde muy lejos. Lo quieras o no, ya viene impuesto. Todo lo que nace, muere.
Se convierte en un ciclo de vida corto, a veces muy amargo... otras no tanto.
Nadie quiere que esto acabe, esto que tenemos que no sabemos bien lo que es, sólo intuimos que estamos de paso y nadie viene para quedarse. Qué triste, ¿verdad?, llegar a darte cuenta que, todo por lo que has luchado, con el paso de los días se quedará en nada, con el esfuerzo y empeño que has puesto.
Pues así de triste y penosa es la vida, todo lo que te da, al mismo tiempo te lo quita. Es como ponerte la miel en los labios, para luego saborear la amarga realidad. Una realidad traicionera, que no ve más allá de su propia membrana, ya mustia y decaída por el paso de los años. Unos años que pasan por igual para todos, sólo que, mientras unos cuantos se enriquecen aún más sus propios bolsillos, otros se siguen hundiendo en la triste miseria, de la que sin ayuda de esas personas, no podrán salir jamás. Aquéllos no se dan cuenta de que, su mandato es cuestión de tiempo y que éste, precisamente no juega a su favor. Puede llegar el día en que los roles se vean invertidos y entonces, ¿qué pasaría entonces?, ¿haríamos todos lo mismo y así recibirían su propia medicina?. Jugarían con ventaja, ya que poseen unas reservas, que nosotros apenas podemos oler. Por esta razón y como ya he dicho en otras ocasiones, el rico se va haciendo más rico, a costa del pobre, que se va haciendo más pobre. Esto nunca cambiará, esto sí que podemos decir que viene asignado y bien precintado. Asignado para todos, pero precintado para sólo un sector de la población. Unos se quitan el precinto nada más madurar, mientras que otros quedarán precintados para toda su vida.
Así es todo señores, puede resultar cruel, pero es nuestra realidad, con la que nos levantamos cada mañana. Una realidad que, cuando llega la noche y los ojos caen del cansancio por el trabajo y el esfuerzo, desearíamos no tenerla y dejar que nuestra respiración vagabundee por un instante sin rumbo alguno, hasta que, sobresaltados por la angustia, deseemos sin demora despertar.
Hemos despertado y aquí nos reuniremos de nuevo ,más tarde o más temprano.
Aquí finaliza mi andadura por este ámbito, poco conocido pero que al terminar me deja un sabor dulce, ya que me he despachado a gusto. Quizás no como hubiera querido, pero es la mejor forma para no ofender a nadie.
Yo también tengo mis ojos cansados, agotados... pero lucho por mantenerlos abiertos ya que mi verdadera realidad comenzará a partir de aquí.
Todo tiene su fin, pero el mío... no acabará aquí.

2 comentarios:

  1. No sabía que tú tenías en blog.....muy birn por tu parte, yo pronto retomaré mi actividad bloguera que hace un año, dejé, pero esta vez para hablar e otro tipo de cosas...
    Lo que me da mucha pena es que lo hayas dejado, escribes bien, por eso te sigo en facebook :P
    SIGUE ESCRIBIENDO ¡¡¡
    Un besoo

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  2. Pues sí, prosikito, ya ves!. En realidad lo hice porque era obligatorio para una asignatura del cuatrimestre pasado. No quiero dejarlo, seguro que escribiré pero cuando tenga tiempo!!. Un besiito!

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